lunes, 14 de mayo de 2012

Mi primera sesión

Hoy empecé terapia. Me pregunto si será algo bueno para mí… no lo sé.
Comencé por responder algunas preguntas sobre si vivo con alguien, de qué trabajo, qué me lleva a estar ahí. Le respondo que no sé por qué empecé a hacer terapia y que me gustaría dejar mi trabajo de mesera. Hablo de cómo con el tiempo lo que parecía ser divertido empieza a ser desagradable.
Me cuesta hablar. D. Me pregunta varias veces antes de que yo responda. Estoy muy seria pero ella insiste. Le digo que la gente es una mierda, es aburrida. También hablo de que soy música, que a veces toco la guitarra en el subte, que me gustaría estudiar pero no tengo ni tiempo ni ganas, pero que toco en el subte para no tener que trabajar tanto en el otro lugar haciendo "horas extras".
Respondo a sus preguntas.
Así llego a contarle que vivo sola en un monoambiente con una persiana que no abro hace un montón, que no me estoy sintiendo bien y que me enteré de que hace un tiempo papá murió.
Después hablamos de la vieja historia familiar, que papá se fue cuando éramos chiquitas, que no hablo con mamá hace tiempo porque no le gusta mi manera de vivir ni a mí la de ella, que mi hermana es docente y se casó con un cordobés.
Después hablamos de Néstor, el psicólogo espantoso de la admisión, hasta que finalmente me pregunta qué más quiero agregar a esta primera sesión, que al parecer es muy importante: no tengo amigos ni relaciones con la gente. Ni ahora ni nunca. Hablo de que no éramos una familia, sino tres cosas abandonadas, lo que me hacía sentir una profunda vergüenza.
Me pregunta si estoy triste, le digo que me siento más bien vacía, y que siempre cabe la posibilidad de tirarse por el balcón pero que antes prefiero hacer un par de cosas, como por ejemplo todo lo contrario a lo que hago: conseguir un trabajo de día, tener una familia. No necesariamente porque considere que esté bien, sino simplemente porque es todo lo contrario. Le digo que también pienso en las  vías cuando toco en el subte pero el espectáculo me parece desagradable, alimento para el morbo de la gente que tanto le gusta.
Volvemos a hablar de mi papá, me pregunta su nombre y no respondo. Dice: "ni nombre... Tá bien".
Hay muchos silencios entre una cosa y otra.
Me dice que nos vamos a ver los lunes de una y media a dos, me pregunta si hice alguna otra terapia y le respondo que alguna vez tomé antidepresivos con recetas truchas. Le digo que tomo alcohol en mi trabajo y ella parece todo el tiempo querer terminar la sesión. Me cuenta lo del bono y me pide que se lo lleve.
Salgo, pago el bono, se lo llevo. Me dice que me lo devuelve la vez que viene.
“media hora”, pienso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario