lunes, 27 de agosto de 2012

Esa escalera ascendente de las cosas

El consultorio está muy iluminado, D. Me recibe sentada, nos saludamos. Cuando me ubico en mi lugar le pregunto si puedo retomar las sesiones en un mes. Le cuento que en dos días viajo a Rosario con algunos de mi trabajo porque vamos a abrir un lugar ahí, o algo así... Me dice que no. Después, a medida que vamos hablando, me dice que cuando vuelva la llame, que vamos a ver si podemos retomar ahí o en el consultorio.
Volvemos a hablar de las chicas, de los viejos, del tema de manipular a la gente, de que finalmente yo me manipulo muy bien ubicándome en un lugar cómodo donde nada tiene sentido, donde todo es lo mismo, todo da igual. Como este viaje, como seguir o no con este trabajo.
En un momento sucede algo que no entiendo, ella parece reírse de mí, actúa de una manera que me causa una profunda decepción. Es cuando le pregunto si va a responderme qué es el engaño para ella como psicóloga. Me dice que no, que nunca me respondería algo así, que es una mentirosa y se ríe mucho, se ríe de mí hasta que finalmente me responde.
Quedamos en volver a hablar en un mes, en que voy a usar este tiempo para pensar. Me voy totalmente desenergizada con la sensación de haber visto algo que hubiera preferido no ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario