–Hola… –digo, y me hace un gesto de que espere un poquito–. Ah, sí.
Me asomo al consultorio que hay en frente y es exactamente igual al otro: una mesa, dos sillas, un velador.
Pasa un hombre con una escalera, un obrero. Al rato vuelve a pasar y se mete en el consultorio que acabo de espiar, lo recorre con la mirada y vuelve a salir.
Espero.
–Cuidate, sino me llamás –le dice D. a una señora mietras sale.
Leer sesión completa
No hay comentarios:
Publicar un comentario