martes, 20 de mayo de 2014

viernes, 22 de febrero de 2013

viernes, 15 de febrero de 2013

domingo, 10 de febrero de 2013

sábado, 9 de febrero de 2013

lunes, 14 de enero de 2013

En la obligación de divertirse

Llego con el tiempo justo y decido pasar por alto el pago del bono. Camino hasta la puerta del consultorio y golpeo. Espero y ella abre la puerta.
–Hola… –digo, y me hace un gesto de que espere un poquito–. Ah, sí.
Me asomo al consultorio que hay en frente y es exactamente igual al otro: una mesa, dos sillas, un velador.
Pasa un hombre con una escalera, un obrero. Al rato vuelve a pasar y se mete en el consultorio que acabo de espiar, lo recorre con la mirada y vuelve a salir.
Espero.
–Cuidate, sino me llamás –le dice D. a una señora mietras sale.

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lunes, 10 de diciembre de 2012

El huevo podrido

Camino lento, llego, espero delante de la ventanilla a que me den el bono, pago, me siento y pienso en que hoy no tengo muchas ganas de hablar. Las sillas están en U y no hay mucha gente, se puede escuchar el ruido que viene de la calle. También se puede mirar la calle por la puerta de vidrio, llueve, está horrible.
En uno de los pasillos hablan pero no se escucha bien lo que dicen, a mi izquierda hay una señora con un paraguas y las piernas cruzadas esforzándose por leer un mensaje en su celular. De vez en cuando busca algo en su cartera, niega con la cabeza chasqueando la lengua y vuelve a intentar leer.
Veo cómo viene desde la puerta 14 D. Está apurada, camina rápido y se abalanza en la sala de espera sin verme.
–¡Hola! –le digo desde mi silla, interrumpiéndola.
–¡Ay! –se sobresalta–. Te veía y no te veía en realidad –me levanto y nos damos un beso–. Hola Clara, ¿cómo estás? ¿Qué tal?
–Esta vez llegué temprano –digo, por decir algo mientras caminamos por el pasillo.
–No, yo fui a llamar por teléfono porque estoy sin celular.
–Ah…
Mientras abre la puerta, me deja pasar y vuelve a cerrarla con mucho ruido, me habla sin que pueda escucharla muy bien.

martes, 27 de noviembre de 2012

viernes, 16 de noviembre de 2012

lunes, 12 de noviembre de 2012

La puesta en escena

Mientras camino por el pasillo la veo asomarse por la puerta y mirar hacia los dos lados, cuando me ve me sonríe y me mira llegar. Una vez adentro del consultorio se muestra muy simpática, me pregunta muchas veces cómo estoy, qué estuve pensando.
Empiezo a hablar de mi papá, de que estuve acordándome de la vez que me llamó para preguntarme por mi hermana, pero ella no deja de mirar los papeles que tiene sobre el escritorio. Si bien me hace gestos de que está interesada y por momentos dice que sí, el que de vuelta las hojas me desconcentra y dejo de hablar hasta que vuelve a mirarme.
Retomamos el tema de mi papá, de que en realidad ese fue el único llamado que él me hizo, que antes en mi adolescencia intenté saber algo de él pero no llegué muy lejos, solo que se había ido a la casa de su madre, tal como decía mi mamá.
Después hablamos del viajecito donde vi a mi familia, que al parecer era para ver qué podía rescatar mi mamá de lo que él pudiera haber dejado. Sinceramente mucho interés al respecto no tuve, firmé algunos papeles que ni supe qué eran, pero D. insiste con que me informe sobre esa posible herencia, que mal no me vendría, a lo que respondo que si hay algo me enteraré, que no hace falta que haga nada.
Esto es porque no quiero volver al jueguito familiar en donde yo solo sirvo de depósito de quejas de mi madre, con lo que alivio el malestar de mi hermana: si estoy yo ella puede usar a mi mamá tranquila porque después, a la hora de las quejas, está mi oído; pero si mi oído no está, ella tiene que soportar los llantos y molestias porque no puede prescindir de la ayuda de mi madre. Mi conclusión es que prefiero desaparecer a tener que quedarme en ese lugar en el que me ponen por una posible y probablemente inexistente herencia.
Después hablamos de que mi antiguo y no se sabe si superado rol de fantasma en la familia se trasladó a mi vida actual, donde se me ve sin saber si estoy.
Finalmente llegamos a la muerte de mi papá, con la que la esperanza de la posibilidad de tener un padre desaparece. Nunca dudé de la imposibilidad de tener una relación con él, pero existía una especie de consuelo en que, mientras él existiese, también existía la posibilidad de algo, lo que fuera.

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lunes, 1 de octubre de 2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

lunes, 17 de septiembre de 2012

sábado, 15 de septiembre de 2012

lunes, 27 de agosto de 2012

Esa escalera ascendente de las cosas

El consultorio está muy iluminado, D. Me recibe sentada, nos saludamos. Cuando me ubico en mi lugar le pregunto si puedo retomar las sesiones en un mes. Le cuento que en dos días viajo a Rosario con algunos de mi trabajo porque vamos a abrir un lugar ahí, o algo así... Me dice que no. Después, a medida que vamos hablando, me dice que cuando vuelva la llame, que vamos a ver si podemos retomar ahí o en el consultorio.
Volvemos a hablar de las chicas, de los viejos, del tema de manipular a la gente, de que finalmente yo me manipulo muy bien ubicándome en un lugar cómodo donde nada tiene sentido, donde todo es lo mismo, todo da igual. Como este viaje, como seguir o no con este trabajo.
En un momento sucede algo que no entiendo, ella parece reírse de mí, actúa de una manera que me causa una profunda decepción. Es cuando le pregunto si va a responderme qué es el engaño para ella como psicóloga. Me dice que no, que nunca me respondería algo así, que es una mentirosa y se ríe mucho, se ríe de mí hasta que finalmente me responde.
Quedamos en volver a hablar en un mes, en que voy a usar este tiempo para pensar. Me voy totalmente desenergizada con la sensación de haber visto algo que hubiera preferido no ver.

domingo, 12 de agosto de 2012

Cambio de horario

"Clara, mañana vení 14.30 hs. saludos, D. B."
"Gracias D., hasta mañana"

Un barrilete de hormigón









lunes, 6 de agosto de 2012

La mentira

Llegué tarde, totalmente compenetrada en hablar con D. sobre un tema en particular: la mentira. Pasé por alto lo del bono para no perder tiempo, y mientras caminaba por el pasillo hasta el consultorio 14 pensé en que le iba a decir que me había olvidado… y mientras pensaba esto pensé también como en segundo plano que excusarse es, en todo caso, innecesario.
Cuando estoy llegando descubro que la puerta está bastante abierta, entonces ella me ve antes de que yo me asome o la llame. Dice hola, digo hola, le pregunto por sus vacaciones, me contesta que aprovechó para descansar y me pide que le cuente qué hice en todo este tiempo. Llegamos a la conclusión de que fue un mes más o menos sin vernos.
Me cuenta que finalmente “conoció” a Néstor, me dice que le causó gracia lo de los anabólicos y me pregunta, como para cerciorarse, si me había caído mal o ella estaba recordando mal… así es como puedo comentarle que como primera experiencia en psicoanalizarse es verdaderamente contraproducente cruzarse con alguien que no puede contener la expresión de sus prejuicios y que, por ende, no puede contener a la persona que está tratando de abrirse. Esto se vincula directamente con el tema que quería discutir y le pregunto qué es mentir para ella, qué significa mentir, cuándo algo llega a ser una mentira.
Me dice que antes de hablar sobre lo que ella piensa prefiere escucharme a mí. Me escucha. Después me dice que, antes de seguir hablando sobre conceptos, prefiere que le de concretamente un ejemplo tomado de mi vida. Tardo en llegar ahí dando miles y miles de vueltas hasta que termino hablándole de una situación concreta con una persona con la que intenté salir hace un tiempo, de la que le había hablado sesiones anteriores.
Finalmente, después de contarle una vez más sobre mi madre, sobre su descuido por hablar demás conmigo de temas que, por mi edad en ese momento, me excedían, de hablar nuevamente de mi padre, de mi hermana, de mi reacción hacia el tipo de vínculo que tuvimos, etc. etc. llegamos a la conclusión de algo que no me esperaba: de que finalmente por no perder una relación que me gusta trato de ser agradable y en ese intento de cuidar un vínculo, hago que el vínculo no exista. Porque ¿qué vínculo verdadero puede existir si se está siendo parcialmente con tal de agradar?
Bueno, Clara, nos vemos el lunes que viene, me dice. Y siento que, si bien todo esto tiene algo de verdadero, está siendo recortado de la consecución de experiencias que componen lo que estoy siendo. Y que la “mentira”, el “engaño” sigue siendo un concepto que, al aplicarse a una situación concreta, si se tiene en cuenta la complejidad de cada sujeto que participa en ella, deja de tener límites definidos y resulta inasible. De lejos puede verse más o menos una forma, como el mar desde una montaña. Pero una vez en medio del océano, lejos de poder hacer pie, lo único que realmente está a la vista no es más que esa masa informe de agua.

lunes, 30 de julio de 2012

Mal entendido

"Hoy retomamos sesiones en el centro dos. saludos. lic. B."
"Hola D., soy clara. tenía entendido que retomábamos el lunes que viene las sesiones por lo que no voy a poder ir. Espero saber si puedo continuar con la terapia. Saludos."
"Clara si venís el lunes podremos continuar. No faltes, saludos, D."

jueves, 19 de julio de 2012

lunes, 16 de julio de 2012

Se suspenden las sesiones hasta agosto!

Sí... D. se toma las vacaciones de invierno, voy a tener que seguir esperando.

martes, 10 de julio de 2012

lunes, 9 de julio de 2012

Otra vez sin ir a terapia...

Me levanté con ganas de hablar con alguien, pensé en D. pero hoy es feriado, voy a tener que esperar una semana más.

lunes, 2 de julio de 2012

Tristezas de invierno

Hoy me siento muy mal. Me despierto a cada rato mirando la hora para que no se me haga tarde y pueda llegar a la sesión, pero para cuando es el momento me siento tan cansada de haber dormido tan mal que termino mandándole un mensajito a D. diciéndole que me siento enferma, que no voy a poder ir.

domingo, 24 de junio de 2012

Sesión suspendida

"Mañana no podré ir a Centro Dos. Nos vemos el lunes que viene o pueden llamar para arreglar un horario. Saludos. Lic. D.B."

lunes, 18 de junio de 2012

Un mundo de fantasía

Llego algo apurada. Le hablo de lo que me cuesta madrugar para ir, aunque para ella las tres de la tarde no es la madrugada.
Llueve. Le cuento que a raíz de una charla con una compañera de trabajo sobre un reencuentro familiar con su familia, pensé en la posibilidad de llamar a la mía. Pero llego a la conclusión de que no me interesa porque finalmente siempre es lo mismo: mi hermana y todos yendo hacia ella.
Y empieza una especie de interrogatorio cuando le digo que me dediqué a no hacer nada el finde. Si tengo o no calefacción, cómo es mi departamento, cómo es el lavadero… y así. Tengo francos los martes o miércoles, ese es mi finde. Y duermo, no hago nada más. A no ser a veces que miro mails. Son muy pocos "extra trabajo". La mayoría son de compañeras o algún que otro cliente.
Los clientes pretenden una especie de extensión de lo q hay en el bar, le cuento. No les interesa mi vida personal. Hace no mucho me encontré con un tipo casado y una vez más la misma historia, este tipo de relaciones que es como un contrato: "te pago para que me diviertas". También le conté que esta compañera de la que veníamos hablando está en un chat, que es una especie de catálogo de personas a los que les escribe y tiene como en un top ten. Para mí es como un trabajo extra, un casting. Pero ella esta apurada por resolver su situación porque tiene una hija.
Le cuento que a veces falto porque me siento mal, pero no falto para hacer algo que me guste, simplemente porque tengo deudas y una competencia en el trabajo de chicas de 20 años.
Hablamos de plata y chamullo. Y del finde otra vez, que agarré la guitarra pero no pude hacer nada. ¿clases no tomás más? Horarios difíciles, clases caras, debo expensas y plata que me prestaron. Le debo a una compañera, yo la cubro con los días y ella a veces con plata. Es como un intercambio. Para cubrir bien mis gastos tendría que trabajar 9 o 10 horas… me habla de la venta como una mejor opción, yo le digo que acá es venta pero de otra cosa, que lo mío es puro chamullo, lo de las chicas es concreto.
Y el chamullo cansa, hay que bancar chistes como "ah, porque ya estas vieja nos charlas". El horario de trabajo te relaciona con el tipo de gente de esos horarios, y yo no quiero gente como yo: especuladores, no comprometidos.
Al final ella me dice que me quede pensando en “el mundo de fantasía”, ese que me armo para meterme adentro… yo le digo que cuando sos joven es más fácil creérselo, y que la "normalidad" no te hace feliz pero que al menos te hace pensar que pertnecés a un grupo.

lunes, 4 de junio de 2012

Hoy no fui a terapia

Estaba cansada, mucho trabajo el finde... le mandé un mensajito a D. y me quedé durmiendo.

lunes, 21 de mayo de 2012

La actuación

Llego bastante temprano, lo que me da tiempo de pagar mi bono y sentarme unos minutos a esperar mirando las caras de otros que esperan como yo.
Una vez en el consultorio d. Empieza por preguntarme cómo entré a trabajar ahí, cuál es mi trabajo concretamente, si me gusta... Le cuento que es un bar de tragos a donde van hombre y donde bailan algunas chicas, y que mi trabajo concretamente es servir mesas. Que a veces faltan algunas chicas entonces tengo que darle charla a los "clientes", que al principio no es tan grave pero que después te das cuenta de que todos hacen el mismo chiste del que hay que reírse como si fuese ocurrente.
Después hablamos de los antidepresivos. En la primer sesión le conté que tomaba en un tiempo, me preguntó cuánto y cuándo... En córdoba, hace unos siete años más o menos, durante un año aproximadamente.
También le dije que quería cambiar mi vida, que en cierta manera aspiraba a convertirme en una especie de Heidi, lo que me hizo sentir bastante estúpida. Todo esto porque me preguntaba si había salido con alguien o si estaba con alguien, y le conté que no, que lo último que había tenido era un encuentro con una de las bailarinas, nada significativo ni para ella ni para mi, pero que no estaba en pareja ni nada parecido.
Hablamos de mi niñez, de mi adolescencia, donde yo era muy tímida y no tenía amigos. Vivía con mi mamá casi encerrada y no invitaba a nadie porque me parecía impresentable (mi mamá) por sus insufribles quejas.
Le conté que hacía mucho que había cortado mi relación con mi familia, simplemente un día desaparecí, cambié el número de celular. Después, con el tiempo, un par de veces al año llamaba a mi mamá, algo así como levantar el tubo, decir "hola", escuchar media hora, decir "chau", cortar. Y que después de tantos años de esto recibí por primera vez un llamado de parte de ella donde me informaba que papá había muerto.
A partir de que me dijo que me notaba enferma, hablamos de qué significa faltar a mi trabajo. Bien, significa que me quedo sin "propinas", que es básicamente el ochenta por ciento de mi sueldo. Por lo que muchas veces prefiero ir sintiéndome mal porque sino después no me alcanza para cubrir mis gastos.
Una de las cosas que más me interesó de la sesión de hoy es que le conté sobre lo que pienso respecto a la mímica de la diversión, a la que me veo obligada la mayor parte de las veces a representar. "no pensás que todo el mundo actúa", le pregunto a d., y d. Me responde que es mejor actuar de uno mismo... Que en todo caso es seguir actuando, según pienso, creando una figura para poder estar delante de otra persona. Y así es como me siento vacía, actuando todo, incluso lo que siento, sin saber ya si lo siento o lo estoy actuando. Actuar para no entrar en conflicto.

lunes, 14 de mayo de 2012

When i'm drunk


Mi primera sesión

Hoy empecé terapia. Me pregunto si será algo bueno para mí… no lo sé.
Comencé por responder algunas preguntas sobre si vivo con alguien, de qué trabajo, qué me lleva a estar ahí. Le respondo que no sé por qué empecé a hacer terapia y que me gustaría dejar mi trabajo de mesera. Hablo de cómo con el tiempo lo que parecía ser divertido empieza a ser desagradable.
Me cuesta hablar. D. Me pregunta varias veces antes de que yo responda. Estoy muy seria pero ella insiste. Le digo que la gente es una mierda, es aburrida. También hablo de que soy música, que a veces toco la guitarra en el subte, que me gustaría estudiar pero no tengo ni tiempo ni ganas, pero que toco en el subte para no tener que trabajar tanto en el otro lugar haciendo "horas extras".
Respondo a sus preguntas.
Así llego a contarle que vivo sola en un monoambiente con una persiana que no abro hace un montón, que no me estoy sintiendo bien y que me enteré de que hace un tiempo papá murió.
Después hablamos de la vieja historia familiar, que papá se fue cuando éramos chiquitas, que no hablo con mamá hace tiempo porque no le gusta mi manera de vivir ni a mí la de ella, que mi hermana es docente y se casó con un cordobés.
Después hablamos de Néstor, el psicólogo espantoso de la admisión, hasta que finalmente me pregunta qué más quiero agregar a esta primera sesión, que al parecer es muy importante: no tengo amigos ni relaciones con la gente. Ni ahora ni nunca. Hablo de que no éramos una familia, sino tres cosas abandonadas, lo que me hacía sentir una profunda vergüenza.
Me pregunta si estoy triste, le digo que me siento más bien vacía, y que siempre cabe la posibilidad de tirarse por el balcón pero que antes prefiero hacer un par de cosas, como por ejemplo todo lo contrario a lo que hago: conseguir un trabajo de día, tener una familia. No necesariamente porque considere que esté bien, sino simplemente porque es todo lo contrario. Le digo que también pienso en las  vías cuando toco en el subte pero el espectáculo me parece desagradable, alimento para el morbo de la gente que tanto le gusta.
Volvemos a hablar de mi papá, me pregunta su nombre y no respondo. Dice: "ni nombre... Tá bien".
Hay muchos silencios entre una cosa y otra.
Me dice que nos vamos a ver los lunes de una y media a dos, me pregunta si hice alguna otra terapia y le respondo que alguna vez tomé antidepresivos con recetas truchas. Le digo que tomo alcohol en mi trabajo y ella parece todo el tiempo querer terminar la sesión. Me cuenta lo del bono y me pide que se lo lleve.
Salgo, pago el bono, se lo llevo. Me dice que me lo devuelve la vez que viene.
“media hora”, pienso.

sábado, 12 de mayo de 2012

Murió papá

Si bien no lo conocía mucho, algo en mi vida cambió. Incluso podría decir que solo era pura fantasía para mí, una construcción basada en el deseo de que haya estado presente en mi vida... pero el hecho de que ya no exista la posibilidad de cruzármelo alguna vez en algún lugar hace que algo haya cambiado para mí rotundamente.
No tengo mucho más que decir.
Que en paz descanse.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El bono de cero pesos

Después de esperar un ratito sentada en una de las tantas sillas de la recepción, veo que un hombre de camisa abultada por los músculos me nombra. Lo sigo por un pasillo con puertas a los costados hasta que abre una y, sin entrar, me habla. Habla muy rápido, sin pausas.
El consultorio es un espacio muy chico, sin ventanas, con dos sillas y una mesa que tiene un velador y unos papeles encima. El lugar no tiene mucha luz y el velador le da un aspecto de habitación de hotel.
Me pregunta por qué voy, si vivo sola, si salgo con alguien, de qué trabajo.
Es un tipo al parecer antipático por naturaleza, pero una vez que le digo que trabajo en un bar de tragos como camarera a la noche... todo mal. Me trata con desprecio, es insolente y sobrador.
Creo que por eso le digo que no llevé nada con qué pagar un bono del que me habla, por lo que termina muy irritado diciéndome que saque un bono de cero pesos. Me lo dice al menos cinco veces, parece querer hacerme sentir mal.
Finalmente soy admitida para comenzar con el tratamiento.
Cuando salgo del consultorio camino por el pasillo confundida. Estoy triste y enojada. Decepcionada. En el mostrador me hacen esperar. Cuando me atienden veo que no les resulta muy simpático lo del bono de cero pesos. Mientras lo imprimen escucho como Néstor llama al siguiente paciente por su apellido.

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